Por mucho que ahora no maten (de
momento), los asesinos de ETA siguen siendo eso: asesinos. La prueba es que no
se arrepienten de sus crímenes (todo lo contrario, alardea de ellos) y siguen
erre que erre con su matraca, negándose a asumir lo que llaman el relato de los opresores, esto es, que
son una banda de asesinos. Lo malo es que en España hay muchos, de buena y de
mala fe, que se alegran de la situación actual.
Yo no. Me alegraré cuando hasta el
último de ellos esté entre rejas, pudriéndose por sus crímenes hasta el cumplimiento
íntegro de sus penas. Y ni un instante menos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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