Probablemente lo haya dicho ya alguna vez (después de más de mil seiscientas entradas, es difícil no repetirse), pero por si acaso ahí va una más. Suelo escribir las entradas de este blog conforme voy descubirendo las noticias a que hacen referencia, al igual que suelo leer los libros que me compro en el orden en que me los compro.
Sin embargo, en esta ocasión voy a hacer una excepción. Tengo tantas entradas ya reservadas (para más de un mes, si bien es el mes más corto del año) que para cuando apareciera ésta habría quedado desfasada. Más de lo habitual, quiero decir.
Esta noche (mañana por la noche si tenemos en cuenta que escribo el Sábado por la noche, para tener, como de costumbre, publicable el hilo a medianoche) es la entrega de los premios Goya -como dijo el dibujante Puebla en la viñeta del ABC de ayer (de hoy, si atendemos a cuándo escribo), manda huevos que le den el nombre de Goya a unos premios sobre cine que se entregan en una gala en la que se habla de todo menos de cine-, esa copia mala de la gala de los Oscar que desde que Guillermito Toledo y sus colegas de Animalario (nunca un nombre estuvo tan bien elegido) la presentaron se ha convertido en un mitin antiderecha.
El ministro del ramo, en una actitud comprensible aunque reprobable (el diminuto cantante Alejandro Sánchez acierta cuando dice que es una mala excusa), ha excusado su asistencia al mitin (quiero decir, a la gala) alegando problemas de agenda. Mal hecho. Debería haber ido y aguantar con cara de palo los dicterios e inventivas del respetable irrespetuoso.
Porque, por si quedara alguna duda, ya se ha encargado uno de los miembros de ese clan de pijiprogres, que presumen de rojos pero son tan capitalistas como el que más, de decir qué es lo que va a pasar: el ministro les oirá igual, aunque no vaya a los Goya.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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