La tercera parte de La leyenda de Camelot sigue la tónica de la saga, con ese batiburrillo de influencias (por llamarlas de alguna forma) que hacen que la cosa, a pesar de durar en conjunto casi mil doscientas páginas, tenga poca consistencia pero se lea con fluidez.
Al menos, al final quedan aclarados prácticamente todos los extremos, como de dónde vienen los protagonistas o cual es la causa de que los elbos no maten a los elbos (aunque lo que no explican es cómo saben semejante cosa, si nunca un elbo mató a otro). En contra de lo que suele ocurrir en las distintas versiones del mito artúrico, al final de esta obra Lancelot y Ginebra vivirán felices y comerán perdices.
La obra tiene algunas inconsistencias de fuste, como que de un momento para otro Morgana se rinda, o que habiéndose cerrado la conexión con Tir Na Nog Lancelot le encargue que lleve el cadáver de su hermano a casa... A uno le gustaría saber cómo, la verdad...
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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