Ahora ha resultado que Junior es fan de la serie Juego de Tronos. La cosa no tiene
demasiado mérito, es una saga que ha enganchado a casi todo bicho viviente –el que
escribe estas líneas entre ellos- tanto en su vertiente literaria como en su
versión televisiva.
Sin embargo, empeñado como está en
dotar de trascendencia a todas y cada una de sus intervenciones, el demagogo de
la coleta va un paso más allá. Por lo visto, ha escrito un ensayo –de título Ganar o morir. Lecciones políticas en ‘Juego
de tronos’- en el que compara su proyecto político al de Daenerys Targaryen
diciendo que su proyecto político de
ruptura del orden establecido depende completamente del carácter ejemplar de
sus acciones. Para un proyecto emancipador de ruptura, sin legitimidad moral no
hay poder. Podemos elegirnos a nosotros como buenos al modo de Ned Stark, o
como la Khaleesi podemos aspirar a que todos puedan tener una vida que merezca
la pena ser vivida.
Dejemos aparte el hecho de que lo que
en un cosmos de ficción que se mueve en un entorno medievaloide es aceptable la
premisa fundamental del juego de tronos
que da título a la serie de televisión (que no a la saga literaria, en la que
sólo es el primer volumen) de que o ganas o mueres. El hecho de que Junior conciba la política sólo en
términos antagónicos de victoria o muerte dice bastante de la concepción que
tiene de la política. Pero es que el tomar como modelo a Daenerys demuestra que
conoce bastante poco al personaje… o que cree que los que le escuchan no lo
conocen. Repasemos: Daenerys, sí, libera esclavos, pero gobierna de un modo
autocrático –en el mundo creado por Martin la democracia es un concepto
completamente inexistente-, y pretende recuperar un trono al que estima que
tiene derecho por razón de la herencia (al tiempo, Junior critica la sucesión que ha tenido lugar en el trono de
España; podrá gustarle o no –es un decir, está claro que no le ha gustado-,
pero se ha efectuado de un modo impecablemente constitucional, aunque
procedimentalmente chapucero).
Es decir, que Junior ha descubierto, quizá sin pretenderlo, cual es su verdadera
ideología: una especie de despotismo ilustrado (todo para el pueblo, pero
gobernando él) en el que los vencidos –es decir, los que no pensaran como él-
irían directamente a la tumba.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!