En general, los que vociferan
exigiendo la posibilidad de elegir entre monarquía y república lo hacen
exhibiendo banderas tricolores; esto es, las correspondientes a la Segunda
República, de infausto recuerdo (la Primera tampoco es que fuera como para
tirar cohetes, pero duró bastante menos y mantuvo la enseña bicolor).
Fue aquél un régimen de nacimiento
ilegítimo e ilegal (otra cosa en común con la Primera), en el que media España
legisló contra la otra media (para los ignorantes: la izquierda contra la
derecha) y se negó a aceptar el veredicto de las urnas cuando el mismo no les
favorecía. Por ello, un régimen que nació viciado de origen acabó como empezó,
deslegitimado por no aceptar el resultado de unas elecciones manipuladas y
coaccionadas.
Así las cosas, no es extraño que los
que se proclaman de la República hijos vengan a ser en la mayor parte de los
casos, como dicen los versos, unos hijos de la gran puta. Y que sigan sin tolerar
a los que no piensan como ellos, y propinen palizas al grito de Viva la República.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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