En su ansia de internacionalizar sus aspiraciones secesionistas y sus ínfulas
ombliguistas, una delegación de CyU se marchó al Vaticano para -aprovechando un
homenaje a un sacerdote catalán (o eso parece, por cómo transcriben su nombre y
apellido) que la Pontificia Universidad Gregoriana, donde fue profesor, le
dedicaba- conseguir una misa privada con el Papa, al que le llevaban un regalo.
Pues nada, se quedaron compuestos, sin
misa y con regalo. Si fueron inteligentes y guardaron el ticket de la compra
–cosa bastante probable, dado el proverbial espíritu económico de los
catalanes- podrían devolverlo y recuperar lo que invirtieron…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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