lunes, 30 de junio de 2014

El que tiene boca se equivoca

Ahora ha resultado que Junior es fan de la serie Juego de Tronos. La cosa no tiene demasiado mérito, es una saga que ha enganchado a casi todo bicho viviente –el que escribe estas líneas entre ellos- tanto en su vertiente literaria como en su versión televisiva.
Sin embargo, empeñado como está en dotar de trascendencia a todas y cada una de sus intervenciones, el demagogo de la coleta va un paso más allá. Por lo visto, ha escrito un ensayo –de título Ganar o morir. Lecciones políticas en ‘Juego de tronos’- en el que compara su proyecto político al de Daenerys Targaryen diciendo que su proyecto político de ruptura del orden establecido depende completamente del carácter ejemplar de sus acciones. Para un proyecto emancipador de ruptura, sin legitimidad moral no hay poder. Podemos elegirnos a nosotros como buenos al modo de Ned Stark, o como la Khaleesi podemos aspirar a que todos puedan tener una vida que merezca la pena ser vivida.
Dejemos aparte el hecho de que lo que en un cosmos de ficción que se mueve en un entorno medievaloide es aceptable la premisa fundamental del juego de tronos que da título a la serie de televisión (que no a la saga literaria, en la que sólo es el primer volumen) de que o ganas o mueres. El hecho de que Junior conciba la política sólo en términos antagónicos de victoria o muerte dice bastante de la concepción que tiene de la política. Pero es que el tomar como modelo a Daenerys demuestra que conoce bastante poco al personaje… o que cree que los que le escuchan no lo conocen. Repasemos: Daenerys, sí, libera esclavos, pero gobierna de un modo autocrático –en el mundo creado por Martin la democracia es un concepto completamente inexistente-, y pretende recuperar un trono al que estima que tiene derecho por razón de la herencia (al tiempo, Junior critica la sucesión que ha tenido lugar en el trono de España; podrá gustarle o no –es un decir, está claro que no le ha gustado-, pero se ha efectuado de un modo impecablemente constitucional, aunque procedimentalmente chapucero).
Es decir, que Junior ha descubierto, quizá sin pretenderlo, cual es su verdadera ideología: una especie de despotismo ilustrado (todo para el pueblo, pero gobernando él) en el que los vencidos –es decir, los que no pensaran como él- irían directamente a la tumba.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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