Cuando surge un escándalo de
corrupción, la reacción inmediata de los políticos de uno y otro signo –y en
ese saco meto a los sindicalistas, puesto que los sindicatos españoles,
especialmente los denominados más
representativos, ejercen una actividad más política que sindical- es,
primero, negarlo todo; segundo, decir que lo ignoraban; y tercero, afirmar que
se trata de casos aislados, aunque los casos aislados surjan como hongos.
Sin embargo, basta con esperar lo
suficiente para que los implicados vayan cantando cual canarios. El último
ejemplo es el de la corrupción de la UGT andaluza (por no decir de la
nacional), en la que, tras seguir el guión antes mencionado, un exdirigente de
la rama regional del sindicato ha afirmado que a Cándido Méndez le han faltado huevos. Así, tal y como suena.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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