De todos los jugadores del Farça, al que más detesto, con
diferencia –más incluso que al enano hormonado- es a Javier Hernández, ese
charnego hipócrita y miserable. A finales de la pasada temporada, el susodicho
barajaba la posibilidad de dejar el plus
que un club y buscar nuevos aires. Pero tras el Mundial, en el que tampoco
es que haya hecho un papel demasiado lucido, incluso teniendo en cuenta el
paupérrimo papel de la selección española, ha decidido permanecer una temporada más.
Eso sí, que se ande con ojito. A
diferencia de los anteriores entrenadores, el asturiano Luis Enrique no se
corta en decir lo que piensa, ni en el fondo ni en las formas. Y al charnego ya
le ha dicho que, si no le pone, no le toque las pelotas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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