Hasta ahora, a la cháchara de los
políticos se le solía aplicar el calificativo de cantinflesca, por aquello de que era confusa, profusa y difusa, al
estilo de los parlamentos del genial cómico mejicano, que hablaba y hablaba y
no decía nada.
Ahora, el socialismo del siglo XXI, versión española, ha dado un paso más
allá, yendo directamente a los trabalenguas. El compañero de Junior e ideólogo de su chiringuito
electoral se ha despachado diciendo lo siguiente:
Los populismos son momentos transitorios, que sirven para institucionalizar el liderazgo. Por tanto, los momentos populistas tienen que ayudar a dar el empujón definitivo para desinstitucionalizar el sistema y ayudar a sentar las bases de la nueva institucionalización. La única manera de que eso suceda es apelar al pueblo, apelar al demos, al conjunto de la ciudadanía, sino no hay posibilidad.
Dicho en plata, que se quiten los
demás (desinstitucionalizar el sistema) que llegamos nosotros (la nueva
institucionalización). Y para eso, hay que apelar a la masa, a eso que se llama
ciudadanía. Al menos, se definen como
lo que son: populistas, que es como los demagogos se denominan a sí mismos.
Por otra parte, el discurso de este
sujeto no tiene desperdicio (en el sentido de que dejándole hablar se descubre
lo que realmente piensa). Porque cuando dice Respeto las cosas que ha hecho bien Fidel en Cuba y respeto las cosas
que se ha hecho bien Chávez en Venezuela deja bien patente su sectarismo.
Si yo dijera algo como respeto las cosas
que hizo bien Hitler en Alemania y las que hizo bien Mussolini en Italia,
me pondrían de facha para arriba.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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