viernes, 14 de septiembre de 2012

Parece que no hay otra manera



Tras las elecciones presidenciales francesas de la última primavera empezó a circular por Internet un correo en el que se señalaban una serie de medidas que, al parecer, había tomado el presidente recién elegido, Hollande, como modo de recortar el gasto público sin recortar las prestaciones (llamadas) sociales. Yo lo puse bastante en cuarentena, porque indicaba que, entre otras, cosas, se habían eliminado las subvenciones a la Iglesia Católica; y si hay un país laico de verdad en Europa, ese es Francia.
El tono del mensaje estaba claro: contra las medidas que estaba tomando la derecha en España (medidas insuficientes y en algunos casos incluso equivocadas, eso es innegable), la izquierda en Francia había logrado encontrar otra manera de hacer las cosas para salir de la crisis.
Pero la realidad es tozuda, y la mentira tiene las patas muy cortas. Esta misma semana ha saltado la noticia: Hollande ha anunciado un recorte de treinta y tres millardos de euros. Que es sólo la mitad de lo que debería ahorrar España, pero que se parece sospechosamente a lo que se ha dicho que se haga al Sur de los Pirineos.

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