martes, 1 de abril de 2014

Borboneando

No sé demasiado bien lo que significa la expresión borbonear, pero una cosa sí que tengo clara: no me gusta en absoluto lo que implica, quizá porque rime con verbos como mangonear o culebrear. Probablemente esté relacionado con ese trato que se atribuye a los Borbones en las distancias cortas, campechano, llanote y tal –yo diría que a partir de Isabel II o quizá de su padre, porque antes, la verdad es que no me cuadra demasiado…-, tan alejado de los formalismos que debería imponer un puesto como la Jefatura del Estado.
Del actual monarca se ha predicado mucho ese comportamiento, no siempre para bien (desde mi punto de vista). Parecía que el Príncipe de Asturias, quizá por la influencia germánica de su madre, era algo más formal en ese aspecto. Sin embargo, su visita de hace un mes a Cataluña finalizó con el encargo de facilitar el diálogo entre Cataluña y España.
¿Facilitar? ¿Diálogo? Es difícil dialogar con alguien que pretende saltarse (que, de hecho, lleva décadas saltándose) la legalidad a la torera. ¿De qué vas a hablar? ¿De cómo vas a seguir permiténdole que haga su santa voluntad? ¿Y cómo se coloca en plano de igualdad a España y Cataluña, el todo y una de sus partes? Aquí no hay nada que facilitar, ni dada que dialogar. Y si el Príncipe se presta a ello, mal vamos…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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