sábado, 27 de septiembre de 2014

Gentuza

Esos revolucionarios de salón, esos miserables que son como globos hinchados porque dentro sólo tienen aire y nada de inteligencia, podrían ser también considerados como sacos de mierda, esperando la más mínima ocasión para vomitar el excremento del que están formados.
Este mes de Septiembre han tenido una doble ocasión para demostrar la bazofia que los compone. Primero murió Emilio Botín, presidente del Banco de Santander; luego, Isidoro Álvarez, presidente de El Corte Inglés. Ambos trabajadores incansables que, desde luego, han ganado dinero, mucho dinero, para ellos y para las entidades que presidían. Pero también han hecho ganar dinero a los miles y miles de empleados de sus sociedades, a las que han mantenido a flote, y más que a flote, en las buenas épocas, pero también en las malas.
Y tanto en el caso del banquero como en el del empresario, los detritos humanos a los que me refiero han aprovechado la ocasión para excretar sus inmundicias. De Guillermo Toledo a Ada Colau, de Beatriz Talegón a Alberto Garzón, su indigencia moral produce tanto asco como lástima.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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