martes, 30 de septiembre de 2014

Sincero

Básicamente, la razón por la que no soporto a José Guardiola es por su profunda hipocresía. Discrepo de él en política (él se dice nacionalista catalán, yo me opongo a las falacias de ese movimiento), en querencias futbolísitcas (detesto al Barcelona por sobre todas las cosas en materia deportiva) y estoy seguro que en prácticamente todo lo demás. Pero podría respetarlo si el hombre fuera coherente.
Lo que pasa es que no lo es. Si tan catalán se ha sentido siempre, debería haber hecho como aquel Oleguer y proclamarlo a los cuatro vientos, o haberse negado a ser convocado con la selección española (pero claro, el prestigio es el prestigio y la pela es la pela, y a ver quién se iba a fijar en él si no). Y si pensaba de verdad que en la sala de prensa Mourinho era el puto amo, debería haber empleado semejantes modos desde el principio, en lugar de ir de melifluo meacolonia y cagarrosas por la vida.
Luis Enrique, actual entrenador del Barcelona, parece ser todo lo contrario. Como todos los que emigraron de Chamartín a ese país pequeñito en una esquina de España, alberga un odio furibundo a todo lo que suene a merengue (extrañamente, al contrario no ocurre: ni Laudrup, ni Figo ni Schuster, por poner tres ejemplos, han dicho las pestes que el asturiano o Eto’o han vomitado). Pero no lo disimula, y así dice a las claras que le gustaría que el Real Madrid perdiera todos los partidos. Exactamente lo mismo que yo siento por el Barcelona, mira tú por dónde.

Pero yo no voy de santo por la vida...
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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