jueves, 12 de mayo de 2022

Bibiana Aido rediviva

El caso de la menor abusada por el ex marido de Mónica Oltra tiene ribetes cada vez más rocambolescos. Tomemos, por ejemplo, el caso de la declaración en sede judicial de la psicóloga que atendió a la menor.

A la psicóloga sus superiores le habían encomendado un informe sobre la credibilidad de la denuncia de abusos de la niña. La psicóloga reconoció que no era experta en abusos sexuales, pero que para hacer una pericial no era necesario y por tanto, que podía abordar esos casos. Vamos, es como si para hacer una operación a corazón abierto coges a un ortodoncista porque, al fin y al cabo, se trata de médicos, ¿no?

Para remate, tras el encuentro no pudo elaborar el citado informe porque la menor en ningún momento se refirió a los abusos sexuales. Preguntada por qué no preguntó directa o indirectamente a la menor durante el encuentro por el asunto, resulta que consideró que eso sería una manera de manipular y eso está en todo manual.

Preguntada por el fiscal si cree que confrontar a una persona con sus propios actos anteriores es manipularle, la psicóloga -uno empieza casi a dudar que lo sea- respondió que no es una persona, es una adolescente, una niña y existen criterios específicos para hablar con ellos.

Extrañado -¡y quién no!-, el juez le pidió que matizara semejante afirmación, y lo hizo en el sentido de que es una persona, pero no es una persona adulta.

Vamos, como la inefable ninistra de Lomismodá, para la que un feto es un ser vivo, pero no un ser humano.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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