domingo, 15 de mayo de 2022

Yo me lo hacía mirar

Tengo un conocido que dice que los varones sólo pensamos en lo único (para los despistados: en el sexo). Quizá sea cierto, lo mismo que esa otra chanza que dice que la sangre no nos da para mantener activos dos cerebros.

Lo que también parece indudable que hay algunas, en el gremio de las feminazis, que parecen igualmente monomaníacas, obsesionadas con el temita. Es el caso de una tal Sandra Sabatés, a la que antes de cruzarme con este artículo no tenía la desgracia de conocer y cuyo nombre pretendo olvidar tan pronto como me sea posible.

Esta señorita -uno está chapado a la antigua y reserva ese tratamiento para las mujeres que no se han casado… y dudo que haya quien aguante más de cinco minutos el convivir con esta petarda, sea hombre, mujer o de sexo fluido- anda a la caza del machismo en los cuentos infantiles (tradicionales, entiendo: volver a leerme el artículo sería una experiencia tan desagradable como la primera vez), probablemente porque todos ellos, o la mayoría, fueron recopilados por varones.

Según la susodicha, en Caperucita subyace la historia de una violación. Toma, y en Blancanieves (que no consiente el beso), la Bella Durmiente (lo mismo), la Cenicienta (¿fetichismo con los pies?) y tantos otros…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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