miércoles, 22 de mayo de 2024

Proceso al proceso (612)

Un socialista es, en palabras de Manuel Fraga Iribarne, alguien capaz de afirmar una cosa y la contraria. En esto, el político gallego al que le cabía el Estado en la cabeza acertó de pleno.

En realidad, la política de los de la mano y el capullo se resume en que ellos siempre tienen razón, sean cuales sean las circunstancias; y si las circunstancias les son adversas, son esas circunstancias las que están en un error, y no ellos (el famoso los españoles se han equivocado de Alfonso Guerra a finales de los setenta, cuando no obtuvieron los resultados electorales que esperaban).

Tras las (enésimas) elecciones regionales catalanas, la franquicia regional de los de la mano y el capullo fue la formación que obtuvo más escaños (la mayoría relativa), seguida por jotaporcatos y, a mayor distancia, ierreceos.

De acuerdo con la acrisolada directriz sanchista de detentar el poder al precio que sea, los socialistas pretenden investir al filósofo perico, aunque eso le cueste la gobernabilidad al psicópata de la Moncloa. Al que, dicho sea de paso, la gobernabilidad -y hasta la gobernación y la gobernanza- no le importan un ardite, a él lo único que le importa es seguir gozando de las gabelas del poder.

El presidente regional saliente mostró algo más de dignidad (o de vergüenza), y dimitió tras el batacazo electoral, mientras que Cocomocho anunció que se presentaría a la investidura -puesto que, de cumplir su palabra, la alternativa sería abandonar la política y marcharse a su casa (esté ésta donde esté)-, lo que amenazaría la estabilidad (política, no mental) del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, que precisa de todos sus apoyos para no perder el equilibrio (algo complicado cuando los terroristas y los epígonos del orate con boina se disputan el poder en Vascongadas, al igual que las dos formaciones secesionistas en Cataluña).

Y mientras, la tucán de Fene, incapaz de mantener el pico cerrado ni de reconocer un error (eso se llama soberbia, señora mía), defiende que los catalanes votaron bien (lo único cierto de todo lo que dice, porque poco faltó para que a ella la botaran) y que apuesta por un tripartito de izquierdas. Algo en lo que no sé yo si el bleferóptico con sobrepeso estaría muy de acuerdo, visto lo poco que les ha rentado su actitud institucional desde los últimos comicios.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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