martes, 25 de junio de 2024

Reflexiones atemporales CCXIII – Racismo de colores

Vaya por delante que considero el racismo es reprobable, vituperable, deleznable y criticable. Siempre. Pero, por lo visto, en este mundo postmoderno, woke y progresista, hay racismos de primera y racismos de segunda. O, por decirlo de otra manera, racismos intolerables y racismos tolerables.

El intolerable es, naturalmente, el de los blancos hacia las demás razas (sí, ya sé que, a estas alturas, el concepto de raza está superado etnológicamente, pero nos entendemos). Luego están los perfectamente tolerables, como el de los negros (y mestizos, que en cuanto la leche tiene una gota de café se incluyen en el grupo de gente de color). Es decir, por lo visto se han lanzado insultos racistas (aunque todavía no he logrado averiguar cuáles) a la saltadora española Ana Peleteiro… que, por otra parte, tiene una boca tan grande como su talento atlético. Porque ella, entre risas, hizo un comentario como es como mandar a un blanquito a la final de cien metros lisos. Anda, que si hubiera sido a la inversa… Porque español se nace, pero también se hace. Ha habido muchos deportistas españoles no blancos -Sibilio, Engonga, Dujshebaev…- y no han tenido ningún problema, que yo recuerde.

Y están las series de televisión estadounidenses, en las que los protagonistas son negros y los blancos hacen el papel de tontos (Cosas de casa) o, directamente, de malos (ROC). ¿Hasta cuándo hay que aguantar para compensar?

No quiero terminar esta entrada sin mencionar esos racismos de los que nadie habla: el de los chinos hacia los uigures, o el de los birmanos hacia los rohinyá, aunque en uno y otro caso juega también el componente de la religión.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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