Lope de Vega era un genio. Un hombre con una
capacidad para versificar fuera de lo normal (y más de ciento, en horas veinticuatro, pasaron de las musas al teatro).
Capaz tanto de lo sublime como de lo ligero. Para muestra, el Soneto de repente:
Un soneto me manda hacer Violante,
en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando
y aún parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que voy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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