Los nacionalismos son especialistas en
deformar, incluso falsificar, los hechos históricos, con tal de que se adecúen
a sus tesis (en general) delirantes y justifiquen sus insaciables
reclamaciones. Ocurrió en los años veinte del pasado siglo con los fascismos y
lleva más de un siglo ocurriendo con Cataluña y Vascongadas, entes que por lo
visto vivían en una Arcadia feliz hasta que la malvada España vino a apoderarse
de sus riquezas y sumirlos en el desastre en que se encuentran ahora.
Es habitual que los necionanistas catalanes señalen 1.714
como el comienzo de dicha opresión. Según ellos, la guerra que finalizó en esa
fecha fue una especie de guerra de independencia de Cataluña que perdieron; y
Rafael Casanova, ante cuya estatua hacen una ofrenda cada 11 de Septiembre,
sería algo así como el adalid de la catalanidad.
Sin embargo, la Historia fue otra
completamente diferente. Lo que terminó en 1.714 fue una guerra de sucesión en
la que España era el tablero en el que las potencias europeas dirimían sus
diferencias y en el que Cataluña apoyó al candidato que acabaría perdiendo; y
Casanova era un patriota español que siempre animaba a luchar por España, que
murió bastante después de 1.714 y que nunca hizo apología del catalanismo. Y eso
no es que lo diga yo: lo dice una descendiente directa de Casanova.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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