El PSOE es un partido corrupto hasta
la médula. Y en ninguna parte es más corrupto que en Andalucía, región que
lleva gobernando como un cortijo casi tanto tiempo como el que Franco gobernó
en España. Paralelamente, la talla intelectual, ética y política de sus
sucesivos presidentes de Andalucía ha ido descendiendo cada vez más, de modo
que casi recordamos con cariño a Pepote
de la Borbolla.
Hace una semana tomó posesión la cuarta
(según mis cuentas) mujer en alcanzar la presidencia de una Comunidad Autónoma,
y la primera de izquierdas; y no mediante el voto de las urnas, como las tres
de derechas, sino gracias al dedazo
de su predecesor en el cargo.
Criada en la política, sin más oficio
ni beneficio que la política, a la nueva mandatodo
del cortijo se le llena la boca de proclamas solemnes, como que luchará con fuerza contra la corrupción. Su
propuesta estrella fue un índice de
desigualdades, aunque no aclaró si dicho índice sería alfabético, temático,
ideológico o qué. Y, finalmente, propuso prohibir las donaciones privadas a los partidos políticos, como si con eso fueran a desaparecer. Lo que habría que
hacer es liberalizarlas de modo que fueran transparentes y así se supiera quién
entrega cuánto a qué partido.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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