De los políticos, en general, hay que
desconfiar en cuanto abren la boca, puesto que suelen hacer lo contrario de lo
que predican. Esto es especialmente cierto en el caso de los políticos
españoles, y más aún de los dirigentes sindicales. Los sindicatos más representativos (es decir, UGT y
CCOO) siempre han estado fuertemente politizados, pero con la llegada de la
derecha al poder en 1.996 empezaron a devenir en correas de transmisión de los
partidos políticos de izquierdas, hasta que en la práctica ya no son otra cosa.
Lejos de su objetivo fundacional de
defender a la clase obrera, ahora se preocupan únicamente de aferrarse a sus
mal ganadas poltronas, mientras con sus actos desprecian a aquellos que dicen
defender. El último ejemplo (de momento, como siempre) ha sido enterarnos de
que UGT pagó una cena de lujo para ciento ochenta personas con fondos desubvenciones destinadas al funcionamiento del sindicato. Bueno, en el fondo,
ese sindicato funciona así, por lo que…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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