viernes, 2 de marzo de 2012

Un panfleto menos

Se dirá que la desaparición de un medio de comunicación es una tragedia para la libertad de información. Tal cosa es cierta. Pero el tratamiento que han sufrido los dos casos más recientes (uno de la derecha, el grupo Intereconomía; el otro de la izquierda, el diario Público) por parte del progretariado no han podido ser más dispares. Así, mientras que cuando Intereconomía inició una campaña de recogida de fondos el doctor Wyoming se mofó de ellos (debe ser que en Público son demasiado orgullosos como para pedir dinero), con el cierre de Público hasta el hijo de P dice lamentarlo.
Vale que ambos medios andan más cerca del panfleto que del periodismo serio (cuando me dicen que por qué no leo otros periódicos que los que leo, yo suelo decir que, ya que en España todos los periódicos son panfletos, prefiero leer panfletos que estén de acuerdo con mis ideas). Pero nadie ha pedido el cierre de Público, mientras que, desde el progretariado de base hasta eximios políticos sin un pelo de tonto, el clamor por el cierre de ese medio de comunicación de derechas ha sido constante.
Por otra parte, Intereconomía es una iniciativa completamente privada, sin apoyos del poder. Público nació como un panfleto al servicio de Rodríguez y su política sectaria, medró con él (uno de sus principales accionistas es el marido de Ma Chacón) y, ahora que el bobo solemne se dedica a contar nubes, es lógico que se hundiera. Más o menos lo mismo que le ocurrió a Prisa cuando, desaparecido su exfalangista fundador, el apoyo del PSOE pasó de ellos a los amiguetes de zETAp.
Y eso de que Roures está jodido… con la purrela de millones que le forran el riñón, seguro que no siente el jodimiento. Además, siempre he desconfiado de los millonarios que se dicen de izquierdas (tanto más cuanto más millonarios y más sedicentes de izquierdas). No es que esté en contra de los millonarios (de hecho, no me importaría ser uno), pero es que riqueza particular e izquierda se contraponen: si la izquierda propugna la redistribución de la riqueza, que ésta se concentre en una sola cuenta corriente resulta un poco incoherente.
Y nadie ha impedido nunca a los periodistas de Público realizar su agit-prop… esto, trabajo. Mientras que, en los recientes disturbios de Valencia, un cámara de Intereconomía recibió una patada por la espalda.
Vamos, que no siento no ver más Público en los quioscos. Lo siento por sus trabajadores, dejados en la calle por ese millonario de izmierda; pero no por el hueco que deja en el panorama desinformativo español.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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