viernes, 28 de diciembre de 2012

El Silmarillion

En su día, me leí lo que podríamos llamar la trilogía básica de Tolkien (El Silmarillion, El hobbit y El señor de los anillos) siete veces. De la última hacía más de veinte años, y decidí que ya iba siendo hora de volver a leerme toda la historia de una sentada.
Gente mejor y más sabia que yo podrá disertar sobre El Silmarillion. Baste con decir que, dado su carácter de compilación (puesto que no deja de ser un resumen hecho por Christopher Tolkien del trabajo que su padre desarrolló durante más de medio siglo), resulta mucho menos prolijo en detalles que El señor de los anillos (también abarca un periodo temporal incomparablemente mayor), y mucho más arduo de leer que El señor o El hobbit.
A cambio, ofrece una imagen global de la mitología de Tolkien, desde el comienzo mismo de ese Universo (de hecho, el Ainulindalë es el relato de la creación) hasta la desaparición de los Elfos del mundo real. Y, desde luego, nadie que ame la obra de Tolkien puede dejar de leerlo. Aunque, veinte años después, me costara un poco pillarle el gusto de nuevo (Ainulindalë y Valaquenta se me hicieron un poco ásperos).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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