sábado, 4 de abril de 2015

Cal y arena

A propósito de la polémica sobre la final de la Copa del Rey de fútbol, se han producido tres declaraciones que no me han dejado buen sabor de boca. De peor a menos mala, han sido las siguientes:
  • Andrés Iniesta dijo que no es amigo de polémicas. Actitud reprobable, aunque humanamente comprensible. Al fin y al cabo, el club que le paga el sueldo es el más politizado de toda España –quizá de todo el mundo-, y no es cuestión de indisponerse con la masa social vociferante. Incluso alguien menos tibio y menos de la cantera, como David Villa, tuvo que quitar la bandera española de su calzado para no herir sensibilidades, como suele decirse.
  • Sergio Ramos, en una larga cambiada que le aproxima en la espantá a su paisano el Faraón de Camas, dijo ¿Los pitos al himno? No juego la final, me eliminaron. Francamente, esperaba algo más de quien siempre ha llevado a gala su españolidad y que incluso se permitió reprochar a un periodista catalán que en una concentración de la selección hacía preguntas a Piqué en catalán.
  • Pau Gasol se ha limitado a señalar una obviedad: que en Estados Unidos es inconcebible que se pite el himno nacional. Podría entenderse que va implícita una crítica a la situación española, pero también podría haberse mojado un poco más y haberlo dicho a las claras. Vamos, digo yo.
En realidad, todo se reduce a una sola cosa: o te sientes español de verdad, o no. Si es lo primero, consideras la ofensa al himno nacional y a la bandera de España como si te la hicieran a tí mismo. Si es lo segundo, das una respuesta en la línea de las tres anteriores.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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