miércoles, 15 de abril de 2015

Primero como drama, luego como farsa

En la época en que se destapó el asunto de los GAL, el uso de fondos reservados para la guerra antiterroristas (una guerra bastante chapucera, todo hay que decirlo) y demás, el entonces presidente del Gobierno de España dijo que de todo aquello se había enterado por la prensa.
Mi comentario de entonces fue que, dijera la verdad o mintiese, la cosa era grave. Si era verdad, porque al timón de la nación estaba un inútil que no se enteraba de lo que hacían los miembros de su gobierno; si era mentira, porque era un miserable capaz de todo por cubrir su miserable culo. Lo resumía diciendo o es un gilipoyas o es un hijoputa, y en cualquier caso eso es malo para España.
Ahora, la cosa se repite con las declaraciones del expresidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán. Primero, su mano derecha cuando era Consejero declaró que no se leían los informes de la Intervención porque eran muchos (cien al año: casi cuatro días para leerse cada uno no parece tiempo escaso), y que además no se los pasaba a su superior.
Lógicamente, Griñán ha negado en sede judicial conocer los informes donde se advertía de las irregularidades de los ERE (por una vez ha dicho algo que es cierto),. Luego, con desparpajo sin igual, ha añadido que cree que no hubo un gran plan pero sí un gran fraude con los ERE. Es decir, que robaron a manos llenas, pero que no tenían la intención previa de hacerlo.
Por una vez, Karl Marx dio en la diana…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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