sábado, 6 de marzo de 2021

El Diablo conoce a los suyos

Hace dos semanas y medias, con la excusa de la entrada de Pablo Rivadulla Duró, los terroristas callejeros de ultraizquierda organizaron disturbios tanto en Cataluña como en Madrid.

Y digo excusa porque el que se cumpliera la sentencia no fue más que eso, un pretexto para hacer lo que más les gusta a los ultraizquierdistas, que es vivir a costa del prójimo. Porque mucha barricada, mucho contenedor incendiado y mucha consigna, pero a las primeras de cambio los sedicentes defensores de la libertad de expresión se metían en las tiendas de las que habían reventado los escaparates y arramblaban con todo lo que pillaban (algo que tienen en común con, por ejemplo, los manifestantes que utilizaron como excusa la muerte de George Floyd).

Utilizando esa libertad de expresión que tanto dicen respetar, señalaré que ese saco de mierda con forma (vagamente) humana que es el portavoz neocom en el Congreso de los Diputados aplaudió los desmanes, aunque posteriormente tuviera el cuajo de decir que nadie podría estar a favor de los mismos. Sus conmilitones se negaron a aprobar una declaración de condena a los disturbios, lo que deja bien a las claras de parte de quién están.

Mientras, el delincuente encarcelado, acostumbrado a la buena vida, quería una celda individual y se negaba a colaborar en las tareas de limpieza de la cárcel, mientras el cardenal de Barcelona, en una nueva muestra del desvarío del alto clero católico en la región, atribuyó el terrorismo callejero a la injusticia social.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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