domingo, 24 de octubre de 2021

A confesión de parte...

Dice el viejo refrán español que antes se coge a un mentiroso que a un cojo; quizá sea porque, como dice otro ejemplo de la sabiduría popular, la mentira tiene las patas muy cortas. Ahora bien, si el mentiroso es torpe, por muy hábil que se crea, es que no hace falta perseguirle, porque él solito se pondrá en tus manos.

Es el caso de la actual cúpula de la izmierda española, trufada de ígnaros que se creen brillantes estadistas y no pasan de ser chulos de pueblo, matones acostumbrados a que nadie les discuta nada y a que todos, o la gran mayoría, les rían las gracias.

Cuando la primavera pasada el (políticamente) difunto Rasputín de la Moncloa planeó su brillante estrategia para descabalgar al PP de sus joyas de la corona territoriales, la cosa le salió, en general, bastante batracia. En unos casos, porque aquellos que tenían que colaborar -los pomelos, que en muchos casos, por no decir en todos, integraban o apoyaban los gobiernos que se les pedía que ayudaran a derribar- se negaron a hacer de quintacolumnistas.

En otros, singularmente Madrid, porque su teórico objetivo les ganó por la mano. Adelantándose por cuestión de minutos, Isabel Díaz-Ayuso convocó elecciones anticipadas instantes antes de que le presentaran una moción de censura. Muchos dijeron entonces, y no todos en las filas contrarias, que había sido una decisión paranoica, que no había para tanto, que lo hacía en su único y exclusivo interés… (este es uno de esos casos en que me tomo una licencia literaria y afirmo cosas que quizá no ocurrieran exactamente así; es decir, no recuerdo si alguien dijo eso, o siquiera algo parecido, pero conociendo a la clase política española, apostaría -y los que me conocen saben que un servidor no apuesta- a que sí).

Pues hace un mes el chico de las maletas de la vicenarcodictadora venezolana confirmó que existía un pacto entre los de la mano y el capullo y los pomelos para presentar la moción de censura en Madrid. Para no ser más que la chica del Twitter del perro de Esperanza Aguirre, la presidente de la comunidad de Madrid está demostrando unos reflejos políticos que ya los quisiera para sí su jefe de filas…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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