sábado, 6 de enero de 2024

Lucha de suidos

El problema con los fanáticos es que uno siempre el riesgo de quedarse corto, y ser depurado por la facción más extrema, extremista y extremada del movimiento, que acusarán a los demás de blandos, tibios o, directamente, traidores.

Eso es lo que ha sucedido con el movimiento feminista, actualmente devenido feminazismo: de abogar por la igualdad entre hombres y mujeres se pasó a lo que podríamos llamar hembrismo, esto es, una especie de machismo con ovarios, en los que la mujer sería superior al hombre (que, precisamente por eso, la habría tenido sometida por milenios y milenios). Tras esto ha venido el auge de la ideología queer, según la que cualquiera puede autodefinirse como mujer, aunque tenga próstata y demás atributos masculinos.

Y quien diga lo contrario será considerado, no ya como machista o heteropatriarcal, sino como tránsfobo, aunque ese alguien sea una feminista con décadas de lucha. Las mujeres normales que defienden esta ideología parecen no darse cuenta de que, si cualquiera puede definirse como mujer, no tiene sentido la lucha por los derechos de las mujeres.

Y si nombran directora del Instituto de las Mujeres -a propósito, ¿por qué la izquierda siempre pone mujeres al frente? ¿Es que los hombres de izquierdas no entienden a las mujeres? ¿Son entonces iguales a los hombres de derechas? ¿Sólo mas mujeres pueden ser verdaderamente de izquierdas?- a una mujer que considera que la ley trans no es una buena ley, y que hay que enmendar la ley Sánchez-Montero, inmediatamente las neocom se la echaran encima, llamándola de todo menos bonita (que tampoco es que lo sea demasiado, al menos en mi machista opinión).

Como buena borrega obediente, se apresuró a borrar los tuits que generaron la polémica. Como si eso fuera a librarla de las invectivas de las feminazis

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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