Si uno percibe que el que tiene
enfrente no está dispuesto a ceder un ápice, quizá se replantea su postura y
busca otra alternativa. Por el contrario, si lo que percibe es falta de firmeza
o contundencia, redoblará sus esfuerzos al darse cuenta de que la actitud que
sigue le produce réditos.
Esto que acabo de decir puede
aplicarse a la postura de los sucesivos gobiernos españoles frente a las
exigencias de las minorías regionales vasca y catalana. Pero también a la actitud frente a los inmigrantes ilegales en Ceuta y Melilla. Ojo, que no digo
que no estén en una situación desesperada que les impulse a jugarse la vida
(bueno, más se la jugaban cuando cruzaban el estrecho en pateras, ahora sólo
tienen que salvar las concertinas que
puso allí el hijo de P); pero mientras no haya declaraciones con la firmeza de
las que ha hecho Manine Le Pen, diciendo que lo de Melilla se soluciona quitando la sanidad a los inmigrantes (y me refiero al tono, no al contenido),
la marea negra seguirá asediando nuestras fronteras.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!