Parecía que nada podía superar el
desvarío que supuso que Garzón solicitara, un tercio de siglo después, el
certificado de fallecimiento de Francisco Franco. Pero como nunca hay
despropósito tan grande que no pueda ser superado, ahora ha sido otro miembro
de la judicatura, de apellido Bermúdez, el que se ha descolgado pretendiendo averiguar, a estas alturas, los fines perseguidos por la organización
terrorista vasca de ultraizquierda. Pues no se preocupe, que yo se lo digo:
montar una república marxista en los Pirineos, utilizando para ello todos los
medios que considere necesarios.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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