Como todos los fanáticos, los miembros
del sedicente Estado Islámico no
brillan demasiado por su inteligencia. Para ellos, sólo hay dos clases de
personas: los que les siguen… y todos los demás, que deben convertirse a lo que
ellos consideran la verdad o ser eliminados (para el progretariado, eso sí que es un genocidio, y no lo que soleis
calificar como tal, caso de la Guerra Civil española, el franquismo o las
guerras de defensa que libra Israel contra los palestinos).
Recuerdo hace años, cuando vi un
fichero de video en el que aparecía un (creo) clérigo musulmán al que se
preguntaba por las razones de su integrismo religioso. Tan convencido estaba de
sus creencias que vino a afirmar algo así como que si el Islam dijera que dos y
dos no son cuatro, serían las matemáticas (la ciencia exacta por excelencia)
las que estarían equivocadas. Cuando se le señaló que había otras religiones
que se postulaban como la única verdadera (es decir, judaísmo y cristianismo),
contestó el equivalente a ya, pero
nosotros sabemos que la nuestra es la única verdadera.
Sirva esta disgresión para ilustrar el
comentario de las últimas declaraciones de los portavoces de ese grupo
terrorista (en el sentido más etimológico de la palabra), que han colocado al
papa Francisco en su punto de mira porque es, dicen, portavoz de una verdad falsa.
Espero que todo se deba a un error de
traducción (no, lo del punto de mira no, eso estoy convencido de que es
cierto), porque lo que dicen es una contradictio
in terminis: si es verdad, no puede ser falsa, y si es falsa no puede ser
verdad. O una cosa u otra, pero no las dos a la vez…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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