Hace no demasiado tiempo, Jorgito Polluelo era posiblemente la
persona con más poder de España. Su formación política estaba circunscrita a
una sola comunidad autónoma, sin embargo, en dicha comunidad su poder era
prácticamente omnímodo, y los diputados que conseguía en las elecciones
generales, apenas un veinteavo del total de la cámara, resultaban determinantes
en el caso de que uno de los dos partidos mayoritarios no alcanzara la mayoría
absoluta. Como marrar tal objetivo solía ser el caso, el sosias de Yoda podía hacer y deshacer a su antojo, tanto en
Cataluña como en España.
Ahora, las cosas han cambiado. En una
suerte de trasunto del pasaje de los Evangelios en el que Jesucristo le dice a
san Pedro que cuando sea anciano ya no podrá ir a donde quiera, sino que otro
será el que decida dónde ha de ir, el antaño mandatodo se encuentra con que sus abogados le prohíben comparecer
en la asamblea legislativa catalana.
Claro, que cuando se ha encontrado con
que dicha cámara ha aprobado su comparecencia por unanimidad, no ha tenido más
remedio que ser malo y desobedecer a sus abogados, anunciando que comparecerá.
Aunque, eso sí, no lo hará hasta el día 22, para no contaminar la celebración del 11 de Septiembre.
Es como el caso de no realizar
actuaciones judiciales en periodo electoral: lo lógico sería precisamente
realizarlas, al objeto de que los electores (los catalanes en este caso)
pudieran conocer con pelos y señales (pocos pelos y menos señales, me temo) las
explicaciones que el susodicho evacuara.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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