El proceso secesionista en Cataluña,
como no podía ser menos, sigue proporcionándome materia para nuevos hilos. El
presidente de la Generalidad, Arturito
Menos, ha advertido a los empresarios catalanes (que se muestran
comprensiblemente tibios ante la posibilidad de quedarse fuera del mercado
único europeo) que la libertad tiene un precio, y no tenerla uno más alto. Si los catalanes fueran inteligentes,
tomarían nota de las palabras del matasiete de mandíbula cuadrada, porque de
conseguir la tan cacareada independencia, libertad sería de lo que menos
disfrutarían los nacionales del nuevo Estado, visto cómo se las gastan ahora
quienes todavía están sometidos (teóricamente, porque en la práctica hacen lo
que les viene en gana) a un poder superior.
Al tiempo, el antedicho espantaocho
afirma que el caso Pujol no le afecta
ni a él ni a su Gobierno, mientras Jorgito
Poyuelo avisaba –defraudador sí, pero traidor no- que tiene cosas que decir. Y, en un ejercicio de
voluntarismo que ni él mismo se cree, el delfín devenido mesías autoungido
remató la cosa diciendo que Jordi Pujol no se ha movido por dinero. Lo cual no deja de ser cierto: los que se han movido
(hasta Andorra, al menos) han sido sus hijos…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario