domingo, 19 de octubre de 2014

El habar de la izquierda

He dicho ya bastantes veces –o he venido a decir, lo que es casi lo mismo- que no es que piense que la derecha sea mejor que la izquierda. Sí en el sentido de la gestión o en el de creación de riqueza, pero no necesariamente en el ético o moral (y no hay más que ver el caso de Bankia, donde alguien hasta ahora tan respetado y que teóricamente nunca ha sido un muerto de hambre, como Rodrigo Rato, ha caído en una cosa tan cutre, tan miserable, como el caso de las tarjetas opacas).
Lo que pasa es que la izquierda siempre ha ido presumiendo de legitimidad moral (autoconcedida), de ética, de decencia. De cien años de honradez, de nosotros podremos meter la pata, pero nunca meteremos la mano. De tantas y tantas cosas que, llegado el momento, demuestran no ser más que humo.
Ha ocurrido en el caso de los ERE de Andalucía, donde se han pringado los partidos y los sindicatos. Ha ocurrido en CajaMadrid, donde a la hora de trincar los sindicalistas, al modo del Lazarillo, callaban cuando la derechona robaba dos a dos, porque ellos lo hacían tres a tres.
Y ha ocurrido también en la minería del carbón, donde el que, puño en alto, cantaba con más entusiasmo La Internacional (con permiso de la enfervorizada Masturbito), resulta que tras una amnistía fiscal llevo el dinero al banco. Pero no unos pocos billetes, no… fajos y fajos. Ante semejante escándalo (que, por lo visto, era un secreto a voces, o casi), sus correligionarios se han rasgado las vestiduras y ahora piden su expulsión del partido.
A buenas horas, mangas… rojas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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