Últimamente ha venido hablándose mucho
del hecho diferencial catalán para
justificar casi cualquier reclamación o concesión que se reclame u otorgue a
ese rincón de la antigua Corona de Aragón. Y si bien en la mayoría de las cosas
los catalanes tienen los mismos defectos y las mismas cualidades que la
generalidad (con minúscula) del resto de los españoles, es cierto que en
algunos casos su idiosincrasia presenta rasgos verdaderamente peculiares.
Por ejemplo, el hecho de que un
alcalde socialista de esa región (que pertenece a un partido que puede influir
en el PSOE, pero en el que el PSOE no puede influir, he ahí otro hecho diferencial) declare, y se quede
tan ancho que no tiene ni idea de lo que había dicho su secretario general (perdón,
el secretario general del PSOE) acerca del sedicente referéndum sedicioso y que
no le importaba mucho.
Otro rasgo peculiar es que el
presidente de esa comunidad autónoma, además de encabezar un movimiento de
secesión, rebeldía y desacato hacia la Constitución a la cual debe su cargo (en
eso se le adelantó el clon del Señor Spock hace ya una década), declare al ser
entrevistado que no sabe si es corrupto, aunque cree que no.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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