El (todavía) peor presidente del Gobierno
que ha tenido España en siglos (y mira que la competencia era dura) llegó a
primera línea de la política debido a que hablaba suave, sonreía mucho y decía
a cada cual lo que cada cual quería escuchar (recordemos el aceptaré cualquier cosa que salga de la
asamblea legislativa de Cataluña), con lo cual se aseguraba, siquiera
temporalmente, el apoyo de los lisonjeados.
El actual ocupante de su poltrona como
secretario general de los socialistas ha llegado porque es alto, joven y –dicen
las que entienden de esto- guapo. Pero en cuanto a sesera, parece tener el
mismo vacío intracraneal que su predecesor, y es capaz de soltar las mismas
incoherencias. Así, en un ejercicio de feminismo mal entendido (supongo),
declaró que creía que deberían celebrarse funerales de Estado por el terrorismo machista, en los que debería
estar representado el Gobierno (aunque sin aclarar si debería ir una mujer, un
hombre, una representación paritaria, una alternativa o resolver la cuestión
por sorteo o riguroso turno).
Dejando aparte el hecho de que,
aparentemente, cuando el fallecido fuera un hombre y la asesina una mujer no
tendría lugar ese tipo de actos, el señor Sánchez (al que llamo señor porque, como diría Groucho Marx,
no conozco demasiado bien… ni ganas que tengo, la verdad) olvida que España es
un estado aconfesional, y que su partido lleva años bramando
(intermitentemente, eso sí) contra los funerales católicos (la última vez, con
motivo del décimo aniversario de los atentados terroristas –estos sí- del 11 de
Marzo de 2.004, de los que ellos tan despreciablemente se aprovecharon).
Sólo un día después, Pedrito rectificó:
sólo se celebraría un acto de esas características si la familia estuviera de
acuerdo. Pilar Manjón, por ejemplo, vetaría casi con certeza a un Gobierno del
PP… y casi seguro que aplaudiría con las orejas uno del PSOE.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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