Finalmente, la cosa se consumó, y los
secesionistas catalanes sacaron a la calle sus urnas de cartón, y celebraron su
patochada sedicentemente democrática, pero sin censo, sin interventores, con
unos resultados definitivos a las
veinticuatro horas pero con la posibilidad de votar durante una quincena más…
Tampoco es que hubiera demasiadas
dudas de que la farsa iba a tener lugar. Son ya demasiados años, décadas
incluso, de tragar carros y carretas para que los nacionalistas sedicentemente moderados no dejaran de serlo, cuando en
realidad nunca lo han sido. Las ocasiones para pararles los pies han sido
innumerables desde que falleciera el último nacionalista (y republicano de
izquierdas, para remate) decente, el Muy Honorable José Tarradellas, al que sí
que le cuadraba el título.
Como digo, ha habido oportunidades
sobradas para dejarles en evidencia. Habría bastado con decir no a sus continuas e insaciables
exigencias a cambio de la gobernabilidad
de España, cuando tal objetivo se habría alcanzado con que los dos partidos
nacionales hubieran mostrado un poco de sentido de Estado. Pero el PSOE nunca
ha tenido semejante cosa, y la verdad que estoy empezando a dudar que el PP sí.
En los últimos tiempos, desde luego que no.
Incluso recientemente bastaría con
haber aplicado el artículo 155 de la Constitución y, en su defecto, el Código
Penal. Porque la sedición es un delito, como lo es el incumplimiento de las
resoluciones judiciales, el de las leyes y tantos otros actos perpetrados por
los secesionistas desde hace más de un tercio de siglo.
En cuanto al título de esta entrada,
responde a algo relacionado personalmente conmigo. He estado en tres ocasiones
en el Valle de Arán. La última de ellas en 2.010. Coincidimos allí con una
chica catalana que pasó a formar parte del grupo de amigos de Facebook. Por los comentarios que ha ido dejando caer en
estos cuatro años, he deducido que era proclive a las tesis secesionistas. Ayer
publicó una foto en la que aparecía depositando su papeleta, con el pie de Haciendo historia. Mi pensamiento fue Haciendo historia no… más bien haciendo el
ridículo, o haciendo un crimen.
El que personas presuntamente
inteligentes hayan sido capaz de tragarse la sarta de embustes y falsedades que
los secesionistas catalanes llevan tanto tiempo vomitando (del España nos roba a la inexistente familia
real catalana) es algo que nunca seré capaz de comprender…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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