Cuando el mayor problema separatista parecía ser el de las provincias vascongadas, yo solía plantear (me) la siguiente cuestión (no en estos exactos términos, pero ya que lo pongo por escrito lo voy a desarrollar un poco más): vale, supongamos que las Vascongadas se independizan. ¿Y si entonces Vizcaya se independizara de las Vascongadas? ¿Y si Bilbao se independizara de Vizcaya? ¿Y si el casco viejo se independizara de Bilbao? ¿Y si la Calle Mayor se independizara del casco viejo? ¿Y si Pachi Zabaleta se independizara de la Calle Mayor?
Bueno, pues con esto de la patochada con urnas de Cataluña se ha producido algo parecido a lo que yo planteaba: en el Valle de Arán han declarado que no quiere romper con España porque les haría mucho daño (al fin y al cabo, la pela es la pela… sí, ya sé que ahora la divisa es el euro, pero reconozcamos que el euro es el euro no tiene la misma carga dramática), y se plantean… unirse a Aragón.
Dos notas. Primero, mi elaboración mental de la cuestión contemplaba sólo las Vascongadas, Bilbao y a Pachi Zabaleta (sujeto que finalmente ha resultado existir aunque, que se sepa, todavía no se ha independizado). Segundo, he estado en tres ocasiones en el Valle de Arán, y en la primera de ellas un sujeto (de nombre tan poco catalán como Gorka) me dijo como dicen (y no como decimos) los catalanes…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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