Cuando leí el titular de la noticia (Letizia quiera que la tuteen), mi
pensamiento fue el siguiente: Ignoro si es por parecer moderna, por parecer
cercana o por parecer progre, pero me parece una estupidez como un palacio de grande.
Se empieza por cosas como esta y se acaba en una república bananera de la peor
especie.
Luego, leí la noticia con un poco más
de detenimiento (al fin y al cabo, para eso están los titulares, para atraer la
atención del lector). No se trata de que la reina pretende que la tuteen así,
en general (pues sólo faltaría), sino de la gente de su equipo, sus personas de
confianza. Estaría dispuesto a admitir que, en privado, se consintiera tal
cosa. Lo malo es que las costumbres adquiridas son difíciles de abandonar, y
antes de que nos diéramos cuenta se estaría tuteando a la esposa del jefe del
Estado en público. Y eso no puede ser, por mucho que se pretenda, como dice la
revista, modernizar las costumbres de
Palacio. Básicamente, porque hay costumbres que no es que no necesiten ser
modernizadas: es que, si lo son, despojan de todo su significado a la
institución.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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