Otra serie que cae de una sentada, o casi. Ya había empezado a verla alguna otra vez, y los últimos episodios los ví en su día cuando los emitieron, pero nunca los había visto todos.
El ver varias temporadas seguidas de una serie –o todas, como es este caso- presenta la ventaja de poder apreciar la evolución gradual, tanto de los personajes como de las tramas. Cuando comenzó, Smallville solía tener tramas que no iban más allá de un capítulo, o de dos a lo sumo; y si un personaje con rol de villano aparecía una segunda vez, era casi siempre para emprender un viaje, sólo de ida, con destino al cementerio.
El personaje de Superman presenta rasgos específicos dentro de la comunidad superheroica. A diferencia de los demás, no existe un suceso traumático –el caso más típico es Batman- o un accidente –Spiderman- o, en resumen, un momento pivotal –el Capitán América- que le transforme. Superman nacio así, o por mejor decir es como es y tiene los poderes que tiene desde que llegó a la Tierra y fue encontrado por los Kent.
Las diez temporadas nos permiten ver cómo Clark Kent va mejorando en el uso de sus poderes y profundizando en el conocimiento de sus orígenes y de su destino, así como la génesis de quien está destinado a convertirse en su némesis (cuyo origen es similar al establecido en la época pre Crisis en tierras infinitas).
Lo mejor de la serie es que no hay personajes, al menos dentro de los principales, que sean completamente buenos o malos. Todos los buenos –hasta Clark Kent, si la kriptonita roja anda de por medio- cometen algún acto reprobable, e incluso los mayores villanos son capaces en ocasiones de realizar actos nobles.
También es interesante, a la par que divertido, ver cómo los guionistas iban incorporando a más personajes del universo DC… aunque en ocasiones eso llevara a que antes siquiera de haber aprendido a volar, Superman se había cruzado ya con muchos de sus futuros aliados y de sus grandes enemigos (singularmente, Zod y Juicio Final).
Lo peor es que algunas evoluciones resultan un poco forzadas –Lex Luthor es el caso más claro, nadie se vuelve así de malo si antes no está ya algo más que un poco tocado-, y algunos giros argumentales un poco inverosímiles –que Lionel Luthor se cure de un cáncer de hígado por el simple expediente de intercambiar mentes con Clark-, hasta para una serie superheroica como ésta.
Lo más gracioso, que al final casi todo bicho viviente haya descubierto que Clark Kent es un extraterrestre superpoderoso; que los que no lo han descubierto debe ser porque son muy cortos de entendederas, o más escépticos que santo Tomás apóstol; y que parece que lo de último hijo de Kripton es algo tan exagerado como las noticias sobre la muerte de Mark Twain.
En resumen, una serie entretenida y bastante recomendable para los que gustamos de las historias de superhéroes alejadas de tonos más oscuros (y supongo que pretendidamente realistas) como podrían ser Arrow o Gotham.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!