Cuando se critica que las mujeres
musulmanas vayan cubiertas hasta las cejas en Occidente, incluso en medio del
verano más caluroso –cuando las veo en esas circunstancias, en lo único que
puedo pensar es en el calor que estarán pasando, las pobres-, los mahometanos y
sus defensores alegan que esas son sus costumbres y que deben ser toleradas,
aunque choquen frontalmente con los valores de la civilización judeocristiana.
Sin embargo, cuando la primera dama de
Estados Unidos –una mujer que tengo la impresión que vale bastante más que su
marido, y que además parece tenerlos mejor puestos- visita Arabia Saudí y, fiel
a las costumbres del país en que nació, se crió y vive, no lleva velo, ¿cómo han
reaccionando sus anfitriones? ¿Tolerándolo y comprendiéndolo, quizá, ya que lo
lógico sería seguir el precepto de compórtate
con los demás como quisieras que los demás se comportaran contigo? Pues no:
han hablado, furibundos, de falta de respeto.
Manda h…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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