Los católicos, a diferencia de otras
confesiones del cristianismo, aceptamos el principio de la infalibilidad del
Papa cuando habla ex cathedra sobre
cuestiones de fe. Sin embargo, el obispo de Roma no deja de ser un hombre y,
como tal, falible.
Con motivo de los atentados
terroristas perpetrados por islamistas contra la redacción de Charlie Hebdo, el Santo Padre hizo una
valoración en ese estilo campechano que tantos aplausos le ha granjeado entre
los integrantes de la retroprogresía.
Utilizando una metáfora, señaló que si alguien insulta a su madre, aunque sea
un amigo, debe esperar un puñetazo en respuesta.
Esa es una reacción comprensiblemente
humana. Sin embargo, no es la que cabría esperar de aquel que sigue a Quien dijo
que había que poner la otra mejilla, y que seríamos bienaventurados cuando nos injurien, nos persigan y digan con mentira toda clase de mal contra nosotros por Su causa, debiendo alegrarnos y regocijarnos porque nuestra recompensa será grande en los cielos.
Quizá Bergoglio no quisiera que lo que
dijo pareciese lo que pareció, pero el hecho es que dio toda la impresión de
que estaba, digamos, comprendiendo lo
que habían hecho los asesinos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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