No se puede negar que Ana Pastor (la periodista,
no la política) es una persona fiel a sus convicciones. Sociata de pro, ya sea en la televisión pública o en la privada, no
hace distingos a la hora de (intentar) rebatir los postulados de sus
antagonistas ideológicos. Cosa que en ocasiones resulta complicada si el
interlocutor es de derechas (pongamos Esperanza Aguirre), pero que deviene
tanto más fácil cuando más a la izquierda se encuentra el entrevistado.
Como –de boquilla, como luego se verá-
nadie se encuentra más a la izquierda que Junior,
hacer caer (destrozar es un verbo que implica un esfuerzo excesivo) su
argumentación en defensa de su número
tres (en realidad, el número es irrelevante siempre y cuando supere la
unidad: en los neocomunistas, el que manda es el number one… y vale ya) fue tan fácil como soplar un castillo de
naipes: el de la coleta decía que no era necesario un permiso de la Complutense
en su labor de asesor. Ana Pastor le rebatió mostrándole la normativa
verdaderamente aplicable, y no la que Pablito decía que venía al caso.
En cuanto a lo de estar a la izquierda
de la izquierda, en Podemos han pasado de denostar a los ricos a considerarlos un mal necesario. Es posible, quizá, que
se deba a que el guanchuzrí del
partido de los círculos se encuentra en los niveles más altos en cuanto a ingresos
en España.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario