Ninguna de las floridas expresiones de
la lengua española –me la refanfinfla, me la trae floja, me la suda, me la pela…-
se aproximan siquiera a esa mezcla de asco e indiferencia que me produce el
cine español actual en general y la gala de los Goya (¿qué demonios pinta, y
nunca mejor dicho, un pintor y sordo para más señas como símbolo de la
cinematografía española?) en particular.
En efecto, esa muestra de ombliguismo
y grosería (especialmente en el caso de ellos: parece que van aprendiendo, pero
hubo una etapa en la que eso de ir arreglados parecía ser anatema) dejó de
interesarme hace ya muchos años (y cuando lo hacía era para intentar adivinar a
quién le darían el premio de turno), por lo que ya sólo la sigo, no a través de
la prensa, sino a través de titulares.
Cogiendo el título de una de las películas más famosas de Sergio Leone, parece que el resumen del acto podría ser el siguiente:
- El bueno, ese yerno que todo padre (hasta el cerril interpretado por Karra Elejalde le elegiría) querría para su hija, que al parecer hizo una presentación correcta y nada estridente. Lo que debería ser la norma, resulta una novedad.
- El feo (lo siento, pero con ese físico no creo que nunca le llamen para hacer de galán romántico), ese actor pequeño de talla pero grande de talento que además, por lo que me cuentan, resulta ser buena persona a pesar de ser actor, español y de izquierdas. Y la película en la que interviene, que ha arrasado, como se veía venir.
- El malo, o por mejor decir el maleducado, que nunca hace honor a su segundo apellido (Caballero) y que se empeña en ser el centro de atención aunque la cosa no vaya con él. A propósito de lo cual, que también me considere excluido de eso de amigos de la cultura y el cine español, si es que en esa pandilla se encuentra él.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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