En este país nuestro que es España,
cualquier chiquilicuatre se cree capacitado para opinar del tema que sea, por
abstrusa que resulte la materia. Vale tanto para la situación en Oriente Medio
como para la selección española de fútbol, lo mismo para la macroeconomía
mundial que para la teoría del campo unificado. Y así nos va.
Oí hablar por primera vez de la juez
Manuela Carmena hará cosa de veinte años, cuando fue elegida decana de los
jueces de Madrid. Me la mencionó una pariente política (no quiero decir dedicada a la cosa pública, sino no cosanguínea), de ideología más bien
progre, que no de modus vivendi… o sí, atendiendo a cómo viven los progres en
España. Sólo eso ya debería haberme puesto en guardia frente a la interfecta
(me refiero a la juez, no a la pariente).
Había perdido de vista a la magistrada
hasta que se ha presentado encabezando una lista al Ayuntamiento de Madrid. Como
no podía ser menos, en una agrupación de ultraizquierda, de esas que quieren
desmontar el sistema. Muy coherente, por otra parte, con alguien que está
encastrada en el sistema.
Volviendo al comienzo de esta entrada,
Manolita se ha despachado diciendo que eso
de que la empresa privada es más eficaz [que la pública, se supone] es un mito. La verdad, como licenciado
en Derecho que soy, me gustaría que me explicara en qué asignatura de la
carrera, o en que aspecto de su vida profesional, ha podido adquirir los
elementos de juicio que la facultan para soltar semejante aserto.
Aunque a lo mejor habría que fijarse
más en los aspectos de su vida privada. Como en el hecho de que su marido (qué
cosa tan antigua y reaccionaria, esa del matrimonio… y heterosexual, además)
montara un estudio de arquitectura y, cuando las cosas vinieron mal dadas los
empleados de la empresa fueran contratados como falsos autónomos, trabajaran un
año sin cobrar y no hayan recibido un euro, pese a que la Justicia les diera la razón. O que el susodicho marido hiciera una cesión de todos sus bienes (vamos,
lo que se viene conociendo de toda la vida como un alzamiento de bienes) a
favor de la ahora candidata para así ahorrarse pagar la indemnización. O que la
repetida alcaldable muestre resoluciones judiciales que no dicen lo que ella dice que dicen para intentar respaldar a su marido, a pesar de lo cual los
antiguos empleados del hipotético alcalde consorte se ratifican en su denuncia.
Pero, como comencé diciendo, España
está llena de maestros Ciruela…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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