Un mal endémico de la justicia
española es que avanza a paso de tortuga. Qué digo, una tortuga o un caracol
serían Carl Lewis o Usain Bolt comparados con la velocidad de los procesos en
España.
Esto ha ocurrido, precisamente, con el
tema de la externalización de la gestión de los hospitales públicos en la
comunidad autónoma de Madrid. Con la demagogia propia de la izmierda, las llamadas mareas blancas sostuvieron por activa y
por pasiva que dicha medida ponía en riesgo el régimen sanitario público. Eso sí,
curiosamente lo sostuvieron sólo en Madrid, donde gobierna el Partido Popular,
mientras que en la Andalucía socialista, en los que la gestión privada de hospitales
públicos lleva efectuándose lustros, no se produjo ni una sola de esas mareas.
Ahora, tres años después, el Tribunal Constitucional ha concluido que de dicha puesta en riesgo no había nada. A buenas
horas, mangas verdes. O, por ser más coherentes… ¡qué puñetas!
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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