Suele decirse que la idiosincrasia
catalana (además de por la tacañería, claro) está formada a partes iguales por
lo que ellos llaman seny y raixa, esto es, el sentido común y la
rabia. En lo que se refiere al movimiento necionanista
y secesionista, el primer componente parece haber estado completamente ausente…
al menos hasta ahora.
Porque ante la amenaza de que la huida
hacia delante de Arturito Menos acabe
despeñándole, y a Cataluña con él, por el precipicio de la ruina económica y
política, las empresas catalanas han comenzado a abandonar la esquina
nororiental de la Península y a instalarse en Madrid, mientras que los
alcaldables de la agonizante coalición en el gobierno regional esconden ese paño descendiente bastardo de los colores de Aragón y la bandera cubana.
Quizá todo se deba a que, según los
sondeos, el no a la independecia
supera al sí en cuatro puntos porcentuales…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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