Cuando
un progre abre la boca suele ser, valga la imposibilidad anatómica, para meter
la pata. Y si hablamos de los neocom,
los más progres entre los progres, la metedura alcanza profundidades abisales. Tenemos
dos ejemplos que se produjeron hace quince días.
La primera
se la debemos al argentino entonador de jotas pornográficas, ese que rige los destinos
de sus correligionarios maños al tiempo que se dedica a defraudar a Hacienda pagando
en negro (¿subsahariano? ¿o afroamericano?
Ah, el lenguaje políticamente correcto…) a su asistente. Preguntado por las
razones que puede tener Donald Trump para abandonar el tratado de libre
comercio del Pacífico, el argentino se despachó diciendo que lo hace para beneficiar a los ricos. Cuando se le señala que Bernie Sanders (de lo más rojo
que uno puede encontrarse por Estados Unidos) está también a favor de ese
abandono, contesta que lo hace porque el tratado sólo beneficia a los ricos. No
es que, como dice el articulista, o una cosa o la contraria, pero las dos a la
vez es imposible. No, el articulista no ha sabido ver las ocultas intenciones
en el ingenioso discurso del parapléjico neocom:
el tratado sólo beneficia a los ricos, pero como Trump es tonto, lo abandona
para beneficiar a los ricos, lo que (dado que la izquierda está siempre en
posesión de la verdad… según la izquierda) es, como se ha dicho ya (por
Sanders, entre otros), es imposible.
La
segunda metedura de pata se debe a la afición de los progres por el lenguaje políticamente
correcto. En estas fechas se ha producido el aniversario del asesinato de
los abogados de Atocha. A propósito de la efeméride, la paleocom devenida neocom
(aunque juró y perjuró, más lo segundo que lo primero a tenor de los hechos,
que tal cosa jamás ocurriría) habló del asesinato de los abogados y abogadas de Atocha. Muy enternecedor y paritario,
salvo por el caso de que en aquel crimen sólo fallecieron varones. Así que,
salvo en el caso de que alguno de esos (presuntos) varones perteneciera a
alguna de esas docenas y docenas de identidades
sexuales que por lo visto existen, el ridículo de la susodicha es
irreversible.
Desgraciadamente,
tendremos que seguir escuchando perlas
de semejante calibre por parte de estos aspirantes a dirigentes del país.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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