Los neocom que rigen los destinos de la
Villa y Corte perpetran tales desatinos que, incluso en el caso de que pudieran
tener estudios universitarios, uno podría llegar a pensar que el título lo han
conseguido en una tómbola, como se suele decir de aquellos conductores que son
un peligro al volante.
Tomemos,
por ejemplo, el caso del concejal de Hacienda, ese al que me he referido alguna
vez como la prueba viviente de que el hombre está cercanamente emparentado con
los simios. La izquierda en general (e incluso parte de la derecha) criticó los
faraónicos dispendios de la era Gallardón
como completamente injustificados. Si
bien en algunos casos –el traslado de la sede del Ayuntamiento al Palacio de Comunicaciones,
por ejemplo- la crítica estaba más que justificada, en otros –el soterramiento
de la M-30, principalmente- incluso el haber dejado a los madrileños endeudados
por generaciones tendría su razón de ser.
Sin embargo,
una vez llegados a la poltrona, aquellos que criticaban las deudas ilegítimas tiran el dinero de las arcas
públicas –que para la izquierda, ya se sabe, no es de nadie- como si los billetes
crecieran en los árboles o en esos huertos
urbanos que preconiza Doña Rojelia.
Y así, el antedicho homínido se ha gastado ciento cuatro millones de nuestros euros
(porque el dinero público, Calvo Poyato, no es que no sea de nadie, sino que es
de todos) en comprar un inmueble en Alcalá 45, e incluso defiende que semejante
dispendio fue una gran operación (aunque sin aclarar para quién). Eso
sí, demostrando que es un hombre acorde con los tiempos, la tasación del
edificio la realizó, no acudiendo al colegio de arquitectos o al Registro de la
Propiedad, sino haciendo unas cuantas búsquedas en internet.
Así las
cosas, no es de extrañar que, dadas sus tropelías en la concejalía que ocupa,
saltándose tanto las normas presupuestarias como las de transparencia, el
susodicho pudiera acabar inhabilitado. Pues que no tarden demasiado, no sea que
nos deje a todos sin blanca.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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